miércoles, 10 de agosto de 2011

SEGUNDA PARTE. CAPÍTULO VI. RAZONAMIENTOS DE DON QUIJOTE SOBRE LAS VIRTUDES DEL CABALLERO Y LOS LINAJES SOCIALES





El ama y la sobrina se proponían que don Quijote no volviera a salir, pero “todo era predicar en el desierto y majar en hierro frío”( golpear . Argumenta el ama que si no sienta la cabeza y se queda en su casa, que se ha de quejar a Dios y al rey para que ponga remedio. A esto último contesta don Quijote que “si yo fuera rey me excusara de responder a tanta infinidad de memoriales impertinentes como cada día le dan, que uno de los mayores trabajos que los reyes tienen, entre otros muchos, es el estar obligados a escuchar a todos y a responder a todos”.

Le pregunta el ama que por qué no se queda en la corte a servir a su rey, siendo un caballero. A esto responde don Quijote que “no todos los caballeros pueden ser cortesanos, ni todos los cortesano pueden ni deben ser caballeros andantes: de todos ha de haber en el mundo, y aunque todos seamos caballeros, va mucha diferencia de los unos a los otros (don Quijote opone la utopía anacrónica de la caballería andante a la realidad de una nobleza cortesana);  porque los cortesanos, sin salir de sus aposentos ni de los umbrales de la corte, se pasean por todo el mundo mirando un mapa, sin costarles blanca, ni padecer calor ni frío, hambre ni sed; pero nosotros, los caballeros andantes verdaderos, al sol, al frío, a las inclemencias del cielo, de noche y de día, a pie y a caballo, medimos toda la tierra con nuestros mismos pies, y no solamente conocemos los enemigos pintados, sino en su mismo ser”.

Después de decirle que los príncipes deben estimar más a los últimos por ser necesarios para el reino, intervino la sobrina para decir que todas esas historias de caballerías son fábulas y mentiras y deberían llevar “un sambenito”  ( los condenados por la inquisición llevaban una túnica de color amarillo; aquí tiene el significado de señal) , como prueba de su falsedad.

Don Quijote se indignó "por las blasfemias que has dicho" y no la castigaba por ser hija de su hermana;  le dice que el señor Amadís, también la hubiera perdonado por ser un caballero humilde; pero no todos los caballeros son iguales: “Hombres bajos hay que revientan por parecer caballeros, y caballeros altos hay que parece que aposta mueren por parecer hombres bajos: aquellos se levantan o con la ambición o con la virtud, éstos se abajan o con la flojedad o con el vicio”.

Elogia la sobrina el ingenio de su tío, pero no acaba de comprender por qué se hace llamar caballero, cuando en realidad no lo era ¡“porque aunque lo puedan ser los hidalgo, no lo son los pobres…! (El caballero en aquella época era el hidalgo con fortuna suficiente para mantenerse en el estatus de la nobleza) Don Quijote les contesta al ama y a la sobrina que “a cuatro suertes de linajes (…) se pueden reducir todos los que hay en el mundo, que son éstas: unos, que tuvieron principios humildes y se fueron extendiendo y dilatando hasta llegar a una suma grandeza; otros, que tuvieron principios grandes y los fueron conservando y los conservan y mantienen en el ser que comenzaron; otros, que, aunque tuvieron principios grandes, acabaron en punta, como pirámide, habiendo disminuido y aniquilado su principio hasta parar en nonada, como lo es la punta de la pirámide, que respecto de su basa o asiento no es nada; otros hay, y éstos son los más, que ni tuvieron principio bueno ni razonable medio, y así tendrán el fin, sin nombre, como el linaje de la gente plebeya y ordinaria”. Pone ejemplos de cada uno de ellos para terminar diciendo que los linajes grandes e ilustres “lo muestran en la virtud y en la riqueza y liberalidad de sus dueños. Dije virtudes, riquezas y liberalidades, porque el grande que fuere vicioso será vicioso grande, y el rico no liberal será un avaro mendigo, que al poseedor de riquezas no le hace dichoso el tenerlas (…) , sino el saberlas bien gastar. Al caballero pobre no le queda otro camino para mostrar que es caballero sino el de la virtud, siendo afable, bien criado, cortés y comedido y oficioso, no soberbio, no arrogante, no murmurador, y, sobre todo caritativo”.
Añade don Quijote que hay dos caminos por donde pueden ser los hombre ricos y honrados; el de las armas y el de las letras"; él había elegido el primero porque se siente llamado por los cielos al ejercicio de las primeras y por nada del mundo traicionaría su destino
 Vuelve la sobrina a alabar las cualidades de don Quijote y, en ese momento llegó Sancho Panza. Don Quijote salió a recibirlo.

Comentario
1, El catedrático de Literatura Española de la Universidad de Málaga y, especialista en el Siglo de Oro, Cristóbal Cuevas lee este capítulo desde la perspectiva erasmista que defiende don Quijote  cuando establece el ideal del perfecto caballero. Dado que la sobrina lo contradice diciéndole que las opiniones de su tío son falsas historias que deberían ser condenadas al fuego inquisitorial, piensa el profesor Cuevas que en este punto de vista se debería de ver, más que una opinión contrarreformista, un rasgo del erasmismo hispano.
Cervantes, según el profesor Cuevas, se apoya en el libro de Luis Vives De ratione dicendi (1532) En este libro distingue Vives entre "las falsas fabulas milesias, que son las que tienen poco que enseñar y sirven para distraer y las fábulas apologales , que son las que enseñan bajo un principio ético y moral.
Bajo el principio de caridad cristiana se asienta este capítulo. El piensa seguirlo y con ello alcanzar el cielo.  Apoya este último en unos versos de Garcilaso: Por estas asperezas se camina/ de la inmortalidad al alto asiento, / do nunca arriba do allí declina.

2. Desde un punto de vista de sociología histórica también podemos leer este capítulo para entender las clases sociales en la época de Cervantes. Ante la advertencia del ama, diciéndole que si no sienta la cabeza, lo pondrá en conocimiento del rey, don Quijote contesta que si él fuera rey se abstendría de contestar a tanto memorial impertinente como le presentan. En la España de Cervantes era muy frecuente dirigir memoriales al rey solicitando un puesto o cargo en la corte. Pensemos que el valido del rey Felipe IV, el Conde Duque de Olivares, unos años más tarde, entre 1621 y 1625, comenzó a realizar reformas en la administración, reduciendo los excesivos empleos públicos; en la sociedad, legislando contra el lujo y la vagancia, para evitar la malversación de fondos públicos. 
El académico de Historia y catedrático Domínguez Ortiz, en La España del Quijote, lo expresa muy bien al decir que la oposición del reinado entre Carlos V y Felipe II, -y no olvidemos que las circunstancias históricas que vivió Cervantes fueron las de Felipe II-, en el ámbito político-social fue que los magnates no tenían fuerza para oponerse al rey en la época de Felipe II; aparecen totalmente sometidos y su máxima aspiración era ser admitidos en la corte y en el estrecho círculo que rodea al monarca y formar parte de su servidumbre.
La distinción que nuevamente realiza don Quijote entre los dos tipos de caballeros: los cortesanos y los andantes, también se explica por lo que anteriormente he expuesto sobre las aspiraciones de muchos magnates a entrar en la corte y servir al rey en todos los ámbitos de la organización civil y militar de la casa real.
El problema no terminó con la muerte de Felipe II.  Cuando entró Felipe III, su valido el duque de Lerma colocó en la corte toda una caterva de amigos y familiares. Domínguez Ortiz lo expresa diciendo: “Por desgracia, el caudal de confianza que se otorgaba a cada nuevo soberano se agotó pronto, al comprobar la inoperancia del tercer Felipe, su total entrega a don Francisco Gómez de Sandoval, marqués de Denia, pronto decorado con el título de duque de Lerma, la inmoralidad y avidez del favorito y de la cohorte de familiares y amigos que lo acompañaba”
Tiene lugar después la distinción de los distintos tipos de linajes. Don Quijote realiza la distinción en función de haberse sabido gobernar en la vida hasta alcanzar el máximo bien, que es la virtud.
 Desde mi punto de vista encuentro conexión con la virtud senequista de la prudencia. Los textos de Séneca, como apunta el catedrático y maestro de cervantistas Anthony Close, es probable que los utilizara Cervantes cuando estudió en Madrid en la Academia de López de Hoyos.
En esta España de finales del XVI y principios del XVII, cuando tantos arribistas están llegando a los aledaños del poder, don Quijote nos enseña que la posición social debe ser catalizada por la virtud.

No hay comentarios:

Publicar un comentario