sábado, 16 de abril de 2011

CAPÍTULO XXV. LA PENITENCIA DE DON QUIJOTE. CARTA A DULCINEA

Se habían despedido del cabrero y continuaban adentrándose en la montaña con Sancho de mal temple porque don Quijote le había prohibido hablar. Ante esa situación, llega un momento que Sancho le dice que volvía a su casa si no le levantaba la prohibición, pues eso era “enterrarlo en vida”. 

Le levantó don Quijote la prohibición y lo primero que le dijo Sancho es  lo mal que lo hizo al interrumpir al loco Cardenio cuando contaba su historia y además contradecirlo en el asunto de Amadís, cuyas consecuencias fueron  los golpes que tanto uno como otro se llevaron.

Don Quijote le replica que el caballero andante está obligado a defender la honra de las mujeres ante cualquier persona que se la quite, sea loco o cuerdo. Cardenio había dicho que la reina Madasima  estaba amancebada con un cirujano. Eso era falso y él tenía que desmentirlo.

Sancho responde con una retahíla de refranes para justificar que a él lo traía sin cuidado que se amancebaran o no. Entre estos refranes destacan: a) Los que tienen como significado “a mí se me da igual”: “De mis viñas vengo, no sé nada; el que compra y miente en su bolsa lo siente; b) las apariencias engañan: muchos piensan que hay tocino y no hay estacas; c) La libertad no se puede limitar: ¿quién puede poner puertas al campo?; d)  de todos se  murmura: hasta de Dios dijeron”.

Le recrimina don Quijote la sarta de refranes que ha dicho y le dice que preste atención porque piensa realizar una hazaña con la que se convertirá en el caballero andante más perfecto del mundo. Justifica don Quijote su pretensión de perfección porque quiere imitar y superar al mejor caballero porque “cuando algún pintor quiere salir famoso en su arte procura imitar los originales de los más únicos pintores que sabe, y esta misma regla corre por todos los más oficios o ejercicios de responsabilidad que sirven de adorno de las repúblicas…”. Le sigue diciendo don Quijote que quiere imitar a Amadís en el sufrimiento que tuvo cuando su señora Oriana lo desdeñó y se retiró en penitencia a la Peña Pobre con el nombre de Beltenebros, pres "Amadís fue el norte, el lucero, el sol de los valientes y enamorados caballeros" Le replica Sancho que Amadís tuvo motivos, pero que él no los tiene, a lo que responde don Quijote que si él sin causa quiere enloquecer de tristeza, qué haría si Dulcinea le hubiese dado motivos. Por esta razón quiere que vaya y le diga a Dulcinea lo que por ella es capaz de hacer.

Cuando termina de decirle lo anterior, vuelve don Quijote a preguntarle a Sancho que si lleva  el yelmo de Mambrino, a lo que Sancho responde que no es de buen juicio llamar yelmo a una bacía. A lo anterior replica don Quijote diciendo que la transformación de la bacía en yelmo se debe a que andan entre nosotros siempre una caterva de encantadores que todas nuestras cosas mudan y truecan y las vuelven según su gusto…y así, eso que a ti te parece bacía de barbero me parece a mi yelmo de mambrino y a otro le parecerá otra cosa.

Escogió don Quijote para hacer penitencia el pie de una montaña. Allí, invocando a  las ninfas de ríos y bosques, inicia su penitencia, lamentándose del sufrimiento amoroso que le producía la ausencia de Dulcinea.

Dicho lo anterior, don Quijote se bajó de Rocinante y lo dejó en libertad. En este momento, Sancho hace referencia a su rucio. (En la edición princeps, de 1604, no se dice cómo se pierde el rucio. En la segunda edición de Juan de la Cuesta, se cuenta cómo Gines de Pasamonte, en el capítulo 23, le robó el asno a Sancho.)

Le dice don Quijote que no vaya a ver a Dulcinea hasta que no pasen tres días y podrá contemplar cómo se da calabazadas  contra las peñas, que como dicen las órdenes de caballería, han de ser "verdaderas, firmes y valederas", por lo tanto, que le deje hilas para curarse, ya que perdieron el bálsamo. Le contesta Sancho que peor fue perder el  asno.

Cuenta don Quijote que piensa escribirle la carta a Dulcinea en el librillo que se dejó Cardenio. Sancho le pide que también incluya los tres pollinos que le prometió. A continuación comenta que el suyo es un amor platónico, que no la había visto ni cuatro veces por el recato con que sus padres Lorenzo Corchuelo y su madre Aldonza Nogales la habían criado.

Lo anterior le da pie a Sancho para saber quién es  Dulcinea del Toboso, por otro nombre Aldonza Lorenzo. Dice al respecto que esta es ”mujer de pelo en pecho y que tiene mucho de cortesana” (podía entenderse como mujer cortés, pero también como prostituta) Le contesta don Quijote con el cuento de la viuda hermosa y rica que se enamora de un fraile motilón y al preguntarle el prior para qué quería un fraile como ese, ella le replica que para lo que lo quiere, tanta filosofía sabe y más que Aristóteles.

Así que para lo que él quiere a Dulcinea, tanto vale como la más alta princesa de la tierra", pues “dos cosas incitan a amar, más que otras, la mucha hermosura y la buena fama

Escribió don Quijote su carta amorosa  y se la leyó a Sancho. Le pide este que escriba también la cédula de los tres pollinos prometidos. Una vez realizado lo anterior y explicado a Sancho que dejara unas retamas por el camino para saber volver,  se quedó don Quijote “en carnes y en pañales”; dio “dos zapatetas (brincos tocándose los pies con las manos) en el aire y dos tumbas” (dos volteretas)  Subido en Rocinante, se marchó Sancho satisfecho de que podía decir que su amo estaba loco.



Comentario

El eminente cervantista y catedrático de  Estudios Hispánicos de la Universidad de kentucky, John J. Allen comenta los capítulos XXV y XXVI, destacando en primer lugar los  componentes del capítulo XXV: a) el leitmotiv que está asociado con las frustraciones y dudas de Sancho acompañando a don Quijote, que se va a mantener a lo largo del libro;  don Quijote le levanta la prohibición de hablar que le hizo en la aventura de los batanes (I, 20) y con ello, Sancho se decide a continuar ; b) La cascada de refranes de Sancho, que se mantendrá a lo largo de la novela; c) La declaración de don Quijote en el sentido que piensa imitar a Amadís de Gaula, con lo cual se fija en el protagonista don Quijote una identidad más estable que las que tenía anteriormente, cuando elogiaba a Reinaldos de Montalbán; d) la carta amorosa que le manda a Dulcinea.
 Va analizando los distintos aspectos de esa introducción. Toma como referencia los estudios de Martín de Riquer sobre la penitencia de los caballeros andantes, para decir que don Quijote, al igual que hizo Amadís, retirándose a la peña Peña Pobre, por el desdén de su dama y recordando las locuras de Orlando, por la infidelidad de Angélica, comparándolas con el comportamiento del loco Cardenio; éste se comportó de forma salvaje con ellos. De esa misma manera quiere don Quijote volverse loco como ellos, golpeándose contra las peñas.
En la penitencia de don Quijote en el lugar ameno en el que se retira, coincide el profesor Allen con muchos comentaristas que ven resonancias de Garcilaso de la Vega en la Églogas,  al invocar a las ninfas de ríos y bosques. Retoma el comentarista el punto de vista Avalle-Arce y de otros comentaristas como Mencing para decir que "el propósito de don Quijote es vivir según las normas artísticas".
Cuando descubre quién es Dulcinea , según el profesor Riley," don Quijote da pruebas de que convierte realidad de la moza, en una ilusión venerable". 
En la carta de amor a Dulcinea, recoge los puntos de vista de Pedro Salinas y del profesor Felix Martínez Bonati. Del primero dice que la considera como "la mejor carta de amores de la literatura española". Del segundo comenta que la mezcla de arcaísmos caballerescos, con la libranza de los tres pollinos de Sancho y las fórmulas comerciales es un ejemplo de las relaciones entre las más variadas "regiones de la imaginación" que caracterizan esta novela.

Otros comentarios:
 
Algunos de los aspectos que habría que resaltar en este capítulo son: a)  La valoración que realiza don Quijote del yelmo de Mambrino. Estas palabras de don Quijote, subrayadas, han dado lugar a dos tesis sobre la interpretación de la verdad en el libro: a.1. El cervantista y catedrático de la universidad de Princeton,  Américo Castro, sostiene que la verdad está en función de la percepción que hagamos de las cosa, es un punto de vista personal. La moral es siempre autónoma y está basada en la manera de ser de la persona. “Este concepto idealista de la verdad refuerza la interpretación romántica del Quijote (Alexander A. Parker); a.2 ) Sostenida por el catedrático y cervantista de la universidad de Edimburgo, Parker. La verdad es objetiva y se corresponde con los hechos. Esta “verdad se encuentra oscurecida por el engaño “(Cervantes, cap.11).  Los encantadores que se imagina don Quijote son los hombres mismos, y en primer lugar, él mismo. Transforman las cosas porque les interesan. Los demás hombres con sus opiniones, ayudan a reforzarla.

b) Los refranes de Sancho. Contribuye a resaltar la figura de Sancho los abundantes refranes que dice. Su persona se va desarrollando a lo largo de la obra, “pasando de ser un humilde rústico a ser tan importante como su señor, esto se logra por los refranes…con ellos la voz de Sancho ingresa con timbre diferenciado en el conjunto polifónico del Quijote, como analiza el académico y catedrático de la universidad de Madrid. Lázaro Carreter, en La la prosa  del Quijote.
c) Hay que resaltar en este capítulo el breve resumen de Cervantes sobre la teoría clásica y renacentista de las artes, como apunta F, Rico. Don Quijote quiere convertirse en el más perfecto caballero, imitando a Amadís. Pone el ejemplo del pintor que quiere destacar en su pintura; para eso tiene que imitar a los grandes pintores: "...el escritor tiene que imitar la realidad, pero perfeccionándola y mejorándola, mostrando las cosas como habían de ser; y para llegar a esa imitación idealizada debe a su vez imitar a los artistas que han sobresalido en la práctica". F. Rico. Don Quijote de la Mancha .
El jurista.  catedrático, director de la Real Academia Española de la Lengua Muñoz Machado, destaca en este capítulo, el conocimiento que Cervantes tenía del derecho mercantil, cuando al perder Sancho su rucio, Cervantes emite a su favor una letra de cambio o libranza, pues don Quijote escribe. "por esta primera de pollinos" (primera de cambio), En el capítulo siguiente nos enteramos de que Sancho se aprendió la carta de memoria y el cura le dijo que" las libranzas había que hacerlas como era uso y costumbre, porque las que se hacían en libros de memoria jamás se aceptaban". Tampoco valdría porque no llevaba la firma de don Quijote. Muñoz Machado op. cit. pág, 601.



















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